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“El próximo problema global será la falta de electricidad”

La frase de Elon Musk, CEO de Tesla, se basa en datos contundentes. En países como Noruega, la adopción de vehículos eléctricos cero kilómetro ha alcanzado una impresionante tasa del 82% en el mercado automotor, mientras que en Países Bajos se enfrentan al desafío del colapso de sus redes eléctricas debido a la creciente demanda de energía de los vehículos eléctricos. Este problema no se limita a la disponibilidad de estaciones de carga, sino que radica en la capacidad eléctrica de las ciudades en general.

El principal distribuidor de energía eléctrica en Países Bajos, Stedin, ha emitido una advertencia sobre la insostenibilidad de la situación. En ciudades como Utrecht, la demanda de electricidad ya supera la capacidad de la red, y situaciones similares podrían surgir pronto en Rotterdam, Ámsterdam y La Haya.

Según un informe reciente del New York Times, la alta demanda de energía eléctrica está tensionando las redes y poniendo en riesgo los objetivos climáticos en países desarrollados como Estados Unidos y la Unión Europea. El aumento de centros de datos, la criptominería y el desarrollo de la inteligencia artificial por parte de empresas como Amazon, Apple, Google y Microsoft exacerban la situación.

La energía se genera en lugares específicos, pero debe distribuirse por todo el territorio, lo que sobrecarga las líneas de transmisión y distribución. Este crecimiento simultáneo de la movilidad eléctrica y la inteligencia artificial genera una excesiva demanda de energía, lo cual requiere una significativa expansión de la capacidad de generación eléctrica.

En este contexto, la construcción de nuevos centros de generación de electricidad se vuelve inevitable, pero la demanda supera la capacidad de producción sostenible. Esto podría implicar un retorno a fuentes de energía tradicionales como el gas, el carbón y la energía nuclear, lo que pondría en peligro los objetivos de neutralidad de carbono.

Juan Carlos Bolcich, reconocido físico argentino, había expresado su preocupación por la rápida transición hacia la movilidad eléctrica masiva, sugiriendo que el hidrógeno podría ser una solución viable para almacenar energía y equilibrar la demanda.

En respuesta a los citados desafíos, la industria automotriz mundial está reconsiderando sus estrategias de electrificación. Los autos híbridos vuelven a ser considerados como una opción para mitigar las emisiones contaminantes sin sobrecargar las redes eléctricas.