Tomando como fuente el libro “Historia de las ciudades: En busca del suelo perdido”, su autor, el Arq. Eduardo Juan Sprovieri, nos propone el texto “La vivienda obrera porteña”, el cual se presenta en la sección “Propuestas” de nuestra Revista CPIC Nº 457.
“Las autoridades de la ciudad de Buenos Aires no demostraron una verdadera preocupación por el problema de la vivienda obrera y por las inhumanas condiciones de vida en los conventillos porteños y dispusieron que el problema podía ser superado con unas pocas medidas higiénicas, como el Reglamento para las Casas de Inquilinato, Conventillos y Bodegones.
Además, las clases dirigentes sentían que el drama del alojamiento de las clases pobres era un problema típico de las ciudades europeas originado en su desarrollo industrial, el que no podía trasvasarse a la Argentina debido al carácter eminentemente agropecuario del crecimiento y progreso del país.
A pesar de las inquietantes leyes de Don Torcuato de Alvear, quien había encomendado al arquitecto Buschiazzo la construcción de un barrio obrero en 1889, del que solo se construyeron 8 viviendas, al que ya nos referimos, y de algunos espíritus caritativos, como el de la señorita Azucena Butteler, quien donó el terreno ubicado en Av. La Plata y Av. Cobos para la construcción de 64 viviendas, y que fue el primer barrio obrero construído en la ciudad ejecutado por la Municipalidad con los fondos obtenidos mediante la Ley 4.824 de Casas para Obreros, poco o nada se hizo para mejorar el problema del alojamiento obrero.
Dos años después se inauguró el Barrio Obrero Parque de los Patricios, más conocido como La Colonia, porque originalmente fue habitado en su mayoría por familias italianas y españolas, con 116 viviendas construidas bajo los auspicios de la misma ley.
El barrio se encuentra ubicado en la manzana comprendida por las calles Cortejarena, Cachi, Ferreira y D. Taborda, detrás del Hospital Penna”.