El pasado 24 de agosto se conmemoró el Día del Lector, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Jorge Luis Borges, quien hubiese cumplido 125 años. A pesar del paso del tiempo, la obra del gran escritor argentino sigue siendo una fuente inagotable de vitalidad y juventud literaria. El libro “Casa Natal”, editado por nuestro Consejo, reproduce sus primeros años de vida.
Si Jorge Luis Borges estuviera vivo hoy, celebraría su 125 cumpleaños. Un siglo y un cuarto de vida. La idea no resulta extraña. A pesar de que la imagen de un Borges anciano siempre nos acompaña, algo en su literatura parece conservar una vitalidad que asombra y atrae, una juventud perpetua, un deseo de vivir eternamente, como quien se burla enfáticamente del paso del tiempo.
En el libro “Casa Natal”, editado por nuestro CPIC, se reproduce el siguiente texto, donde la casa que vio nacer al gran escritor argentino describe sus primeros años:
“Ciudad de Buenos Aires. Una bruma de agosto envuelve toda la escena. Faltan unos meses para que el nuevo siglo se haga presente y escriba su propia historia.
El 24 de agosto de 1899, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges estrenaba su rol de primogénito cobijado por una familia cuyo árbol genealógico ostentaba a una serie de parientes criollos, anglosajones y portugueses, quienes desempeñaron preponderantes papeles durante las luchas por la independencia argentina, como Francisco Narciso de Laprida, Manuel Isidoro Suárez y Francisco Borges Lafinur, su abuelo paterno y destacado militar uruguayo.
Pero las ramas de ese árbol también crecían alimentadas por la literatura. Edward Young Haslam, su bisabuelo paterno, fue un poeta romántico que editó uno de los primeros periódicos ingleses del Río de Plata, el Southern Cross. Juan Crisóstomo Lafinur, su tío paterno, se destacó en la poesía, siendo autor de composiciones románticas y patrióticas, además de dictar cátedras de Filosofía.
Soy una elegante casa porteña de dos plantas producida con los recursos de fines del siglo XIX, con jardín, patio, molino y aljibe. Elementos repetidos como sonoros ecos en tus futuras poesías. Me encontraba situada en la calle Serrano 2135, por aquel entonces, los arrabales del Barrio de Palermo.
Allí te recibí con dos años de edad y tu pequeña hermana Norah, provenientes desde la casa de tus abuelos maternos, ubicada en Tucumán 840, pleno centro porteño.
El pequeño Georgie aprendió a leer y escribir a los 4 años. Desde esa edad ya era bilingüe.
Siempre estabas leyendo. Papá Jorge se dirigía contigo hacia mi biblioteca y tu rostro se enaltecía con rubores de curiosidad. Los grabados en acero de la Chambers’s Encyclopaedia y de la Enciclopedia Británica, sumaban sus destellos.
Democráticamente elegías tus lecturas, mientras el tiempo se deshacía entre las lecciones impartidas por Miss Tink, una institutriz británica.
Las palabras, su música, su organización simbólica para iluminar el pensamiento, siempre permanecieron presentes.
Luces y sombras.”
Es posible acceder al libro “Casa Natal” editado por el CPIC ingresando aquí.