La sección “Innovaciones” de Revista CPIC Nº 457 propone a sus lectores la nota “Masa Térmica en Viviendas”, extracto de un interesante libro producido por el Instituto del Cemento Portland Argentino (ICPA). En el mismo se brindan alcances del correcto empleo de los cerramientos para arribar a un confortable acondicionamiento térmico interior.
“Durante muchos años, mejorar el rendimiento térmico de la envolvente de un edificio significaba, principalmente, mantener los valores de transmitancia térmica (K) de los elementos opacos y transparentes lo más bajos posible (Aste et al., 2009), como lo muestran los altos niveles de aislación térmica de los denominados edificios de bajo consumo energético.
En climas fríos, la reducción de la demanda energética de los edificios se obtiene incrementando la resistencia térmica (R) de la envolvente mediante la incorporación de aislación térmica (Kaynakli, 2012). Este enfoque todavía se refleja en algunas regulaciones y normativas nacionales sobre el ahorro de energía en los edificios, donde se limita solamente el valor de K.
Durante los últimos años, fue creciendo en importancia la idea de que es imposible diseñar edificios energéticamente eficientes utilizando un enfoque basado, exclusivamente, en el nivel de aislación de la envolvente (Feng, 2004; Kosny et al., 2001), puesto que no se consideran los efectos dinámicos de los materiales.
Por ejemplo, dos muros con idéntica resistencia térmica, pero hechos de distintos materiales, muestran una distribución de temperatura interior muy diferente, dependiendo la ubicación y masa térmica de sus capas constitutivas.
Esto se debe a que la resistencia y transmitancia térmicas son, en realidad, representaciones simplificadas en estado (cuasi) estacionario de la transferencia de calor de la envolvente edilicia, por lo que no tienen en cuenta el comportamiento dinámico de dicha envolvente.
En rigor, la transferencia de calor en la envolvente es dinámica, debido a la variabilidad climática y al aporte de los usuarios, factores los cuales cambian constantemente a lo largo del día.
En esta situación dinámica, la masa térmica de los elementos no sólo es una resistencia al flujo de calor, sino que también, puede absorber, acumular y devolver el calor al ambiente, dependiendo de la diferencia de temperatura existente respecto del entorno. Por ello se dice que la masa térmica es capaz de moderar la amplitud térmica interior.
Estructuras pesadas como la mampostería de las paredes pueden ser, bajo ciertas condiciones climáticas, hasta un 60% más efectivas para retardar el flujo de calor en relación a lo indicado por los valores de transmitancia K en estado estacionario”.
Puede accederse al texto completo ingresando en nuestra Revista CPIC Nº 457, en el este link.