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Día de la Bandera Argentina

“Deseo ardorosamente la felicidad de los pueblos. El bien público está en todos los instantes de mi vida”
Manuel Belgrano

Cada 20 de junio celebramos el Día de la Bandera Argentina, honrando a su creador, el general Manuel Belgrano, heróica figura de nuestra patria, quien falleció el 20 de junio de 1820. “Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”, fueron sus palabras. 

Precisamente, los colores de la escarapela tienen otro antecedente, ya que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica, un grupo político y literario compuesto por civiles y militares identificados con las ideas de Mariano Moreno. Como sus miembros habían sido desplazados de la Junta, en 1811, pasaron a la oposición. El Primer Triunvirato eligió el celeste y blanco para la escarapela con una disposición distinta de esa sociedad. Esta última los ubicaba de este modo: celeste, blanco, celeste. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca.

Nuestra enseña patria fue izada, por primera vez, el 27 de febrero de 1812, a orillas del Río Paraná, durante la gesta por la independencia nacional. Posteriormente, en el año 1818, el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, definió a la bandera mayor incluyéndole el Sol de Mayo (o Sol Incaico), representativo de la Revolución de Mayo. 

Respecto de su creador, don Manuel Belgrano, honramos su memoria y entrega, valioso símbolo de coraje, honestidad y sacrificio. “Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquellos que han puesto, como en una vivienda, los cimientos a alguna obra benéfica de la humanidad”, frase descriptiva de su sentir.

Reproducimos, a modo de homenaje, este pasaje del libro “Casa Natal”, editado por nuestro Consejo, en el capítulo dedicado a don Manuel Belgrano: “En su lecho de enfermo, Manuel Belgrano fue examinado por un médico escocés, Joseph Redhead. Al no poder pagarle por sus servicios, quiso darle un reloj como ofrenda. Ante la negativa del galeno, tomó su mano y puso el reloj con cadena de oro y esmalte, obsequio de Jorge III de Inglaterra, dentro de su palma, agradeciéndole por sus atenciones. En sus últimos días, recibía por las tardes al Dr. Juan Sullivan, quien se encargaba de interpretar en el clavicordio páginas musicales del gusto de Don Manuel. A las 7 de la mañana del 20 de junio de 1820, en silencio, la vida del creador de nuestra enseña nacional se apagaba. Sus últimas palabras fueron dedicadas a su patria: `Pensaba en la eternidad donde voy y en la tierra querida que dejo. Los buenos ciudadanos trabajarán para remediar sus desgracias`. Pocos supieron ese frío día de junio, del paso a la inmortalidad de un hombre quien merecía ser calificado como tal. Un solo periódico, El despertador teofilantrópico, de Fray Francisco Castañeda, comunicó la noticia. Amortajado con el albo hábito dominico, según su deseo, Don Manuel abandonó su alcoba para ser enterrado en el ingreso de la Iglesia de Santo Domingo, acompañando el cortejo un reducido núcleo de parientes y amigos. Murió en la extrema pobreza, a pesar de formar parte de una de las familias más acaudaladas del Río de La Plata, antes de embanderarse con la causa de la independencia. ´Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria. Me contentaría con ser un buen hijo de ella`. El mármol de una cómoda sirvió como lápida para identificar su sepulcro”.

Nuestro más sentido homenaje a su memoria y ejemplo, imprescindible en nuestro tiempo.