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Desafíos en ingeniería civil: el peregrinaje y deterioro del mural de Siqueiros

Los ingenieros civiles Jorge Fontán Balestra y Tomás del Carril publicaron una Carta de Lectores en el diario La Nación del martes 20 de febrero de 2024. El texto aborda la historia del mural de Siqueiros, destacando el papel crucial de la ingeniería en su traslado desde la quinta Los Granados hasta el Museo Casa Rosada. A pesar de los esfuerzos iniciales, la obra fue almacenada en malas condiciones, provocando la corrosión de las estructuras metálicas. Reproducimos el texto referido.

Como ocurre de tanto en tanto, vuelve a surgir el tema del famoso mural de Siqueiros en algunos medios. En su largo peregrinaje desde la quinta Los Granados hasta su actual ubicación en el Museo Casa Rosada, muy pocas veces se ha conseguido el aporte de la ingeniería, que ha sido indispensable para su recuperación.

Las estructuras que fueron adosadas a las superficies pintadas, de solo 5 a 8 mm de espesor, fueron diseñadas y ejecutadas con extremo cuidado y detalle para que el mural pudiera transportarse y armarse en cualquier lugar del mundo, incluyendo zonas sísmicas, con total seguridad.

Una hipótesis fundamental, adoptada durante el proyecto, fue la condición de que se mantuviera en un ambiente de museo con temperatura y humedad controladas. Lamentablemente, dichas condiciones nunca fueron respetadas: almacenado 20 años en contenedores a la intemperie y rearmado en su ubicación actual, sin participación de los autores, dio como resultado una situación que inexorablemente avanza hacia la destrucción del mural.

La corrosión de las estructuras metálicas adheridas al revoque pintado es un proceso electroquímico sumamente destructivo que se manifiesta en fisuras y reventones en la pintura que artistas plásticos y restauradores suelen mirar con ojos indulgentes comentando: “Se pueden restaurar”, desconociendo que la verdadera causa de esos daños, la corrosión de las piezas metálicas que soportan la pintura, sigue avanzando sin pausa mientras no se actúe para detenerla.

Adicionalmente, errores cometidos en el rearmado y deformaciones ocurridas durante sus años de depósito en condiciones deplorables, han llevado a que se soldaran uniones que estaban previstas para desarmar y armar todas las veces que fuera necesario, de tal manera que la obra ya no es itinerante y no podrá moverse de donde se encuentra actualmente, salvo que se desarrolle un complejo proyecto de ingeniería para lograrlo.

La lectura del artículo de Lucrecia Vázquez Ger de La Nación del 18 de febrero de 2024, demuestra que la “trama de enredos” no ha hecho más que incidir en el deterioro de este “extraordinario tesoro latinoamericano”.

Mientras distintos actores se pierden en vericuetos y luchan por considerarse propietarios del mural, la obra motivo de las controversias continúa con su inexorable deterioro.

La ingeniería hizo su aporte a partir de un complejo proyecto y la ejecución de los trabajos necesarios para rescatar la obra y hacerla itinerante, lo que siguió fueron enormes desaguisados producto de la impericia, el abandono y las ambiciones de muchos actores.