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Una cúpula en el hueco de las ánimas

En la sección «Emprendimientos» de la Revista CPIC N° 461 se presenta el artículo «Una cúpula en el hueco de las ánimas», donde se destaca un prodigio ingenieril que pasa desapercibido desde el exterior: la imponente cúpula central del Banco Nación, ubicada en su sede principal en la ciudad de Buenos Aires.

Esta estructura, de 50 metros de diámetro, es un testimonio de la grandeza arquitectónica e ingenieril de Argentina y una de las más grandes del mundo, rivalizando incluso con cúpulas históricas como las de la Basílica de San Pedro en el Vaticano y el Capitolio en Washington D.C.

El Banco Nación, situado en pleno corazón de la ciudad, ocupa una manzana junto a la Plaza de Mayo y su fachada neoclásica, adornada con imponentes columnas, enfrenta directamente a la Casa Rosada. Sin embargo, es en su interior donde se revela el verdadero tesoro estructural. La cúpula, diseñada por el renombrado arquitecto Alejandro Bustillo, se erige como un logro monumental, tanto por su tamaño como por su estructura octogonal, algo inusual en las cúpulas tradicionales.

Lo sorprendente de esta cúpula es su invisibilidad desde las calles circundantes, quedando rodeada por el resto del edificio. Sin embargo, al ingresar a la sede, se abre un espacio circular imponente bajo el domo, donde se desarrolla gran parte de las operaciones bancarias. Este salón de atención al público, libre de columnas gracias a la disposición estratégica de pilares de hormigón revestidos en mármol, ofrece una vista sin obstáculos que abarca todo el espacio.

La cúpula no sólo destaca por su magnificencia visual, sino también por su innovación técnica. Su carga de 52.000 toneladas y el uso pionero de hormigón armado en Argentina durante su construcción en los años 40 son un testimonio de la planificación meticulosa de Bustillo. Además, sistemas avanzados, como los cilindros de acero que permiten la expansión y contracción de las vigas según las variaciones de temperatura, aseguran su durabilidad.

El edificio que alberga esta cúpula tiene una historia rica y significativa. Construido en dos fases, entre 1939 y 1952, sobre terrenos que en el siglo XVI pertenecieron a Juan de Garay, ha sido testigo del crecimiento de la entidad bancaria más grande del país. Declarado Monumento Histórico Nacional en 2002, el Banco Nación es, además, un símbolo del carácter argentino, construido íntegramente con materiales nacionales debido a las restricciones impuestas por la Segunda Guerra Mundial.

La piedra para las fachadas proviene de Chapadmalal y Balcarce, el granito colorado de los pisos de San Luis y el mármol travertino de San Juan, mientras que la mano de obra estuvo a cargo de trabajadores argentinos. En palabras de su arquitecto, Alejandro Bustillo, la cúpula del Banco Nación representa el pináculo técnico de su carrera, inspirada en el Palacio de El Escorial en España.

Invisible desde el exterior, pero imponente en su interior, la cúpula central del Banco Nación no solo es un logro de la ingeniería y la arquitectura, sino un símbolo duradero de la fortaleza y estabilidad de una institución que ha marcado la historia de Argentina.

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