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Se buscan jóvenes

Michelle Ryland, ingeniera estructural y arquitecta con licencia dual en Klein and Hoffman (Chicago, EEUU), destaca la necesidad de atraer nuevas generaciones a la profesión. Como integrante de la Junta Directiva de la NCSEA, advierte sobre el desafío del relevo generacional e incentivar vocaciones.

Cuando estaba comenzando mi carrera, un colega me invitó a una cena de la Structural Engineers Association of Illinois (SEAOI) en el famoso Cliff Dwellers Club, en South Michigan Avenue, con vistas al Grant Park de Chicago. Como no tenía planes para esa noche, acepté. Aunque no recuerdo el tema de la presentación, sí recuerdo haber conocido a varias personas, a quienes volví a ver el mes siguiente, quienes, a su vez, me presentaron a más personas.

Con el tiempo, me sentí cómoda asistiendo a estos eventos por mi cuenta.

Pronto encontré el grupo de jóvenes miembros (en Illinois, lo llamamos Young Engineers Committee) y formé parte de su junta directiva durante más de seis años. A partir de ahí, me convertí en delegada de la SEAOI ante la NCSEA, me uní y eventualmente copresidí y presidí el Comité de Comunicaciones de la NCSEA, me integré a la Junta Directiva de SEAOI en 2019 y a la Junta Ejecutiva en 2023, y recientemente me vinculé a la Junta de la NCSEA en 2024.

Esa primera cena fue hace más de una década, y aunque dudo que mi historia sea única, la realidad es que mi camino hacia el liderazgo en organizaciones profesionales —y las amistades personales logradas en el proceso— comenzó al aceptar una simple invitación. He tratado de devolver el gesto invitando a jóvenes ingenieros de mi oficina a eventos similares, pero con poco éxito.

En busca de respuestas, asistí al encuentro “Cómo involucrar exitosamente a los jóvenes a nivel local y nacional” presentado en la Cumbre de la NCSEA el pasado mes de noviembre. Este panel del Comité de Apoyo a Jóvenes compartió ideas sobre eventos y actividades atractivas para noveles ingenieros, pero, en mi opinión, no abordó del todo la parte de “exitosamente” del título de la reunión.

Durante la ronda de preguntas y respuestas, planteé mi dilema al panel: la SEAOI organiza una variedad de eventos educativos, sociales, de voluntariado, de divulgación y enfocados en jóvenes miembros; mi empresa fomenta la participación en organizaciones profesionales, cubre las cuotas de membresía y apoya el tiempo y el costo de asistencia a distintos eventos; invito a mis colegas a acompañarme, pero rara vez alguien acepta. ¿Cómo puedo hacer que los jóvenes ingenieros de mi oficina vean el valor de participar si ni siquiera logro que asistan a un evento?

Salí de la sesión con pocas respuestas definitivas y con la sensación de que faltaba una pieza. De regreso en Chicago, fui directo a la fuente y —usando este artículo como excusa— pregunté directamente a mis colegas más jóvenes por qué, a pesar de mis esfuerzos, estímulo e invitaciones, nadie venía a los eventos conmigo. ¿No tienen tiempo? ¿No aprecian el valor de asistir a este tipo de reuniones? ¿O es como dice Taylor Swift: “¿Soy yo, hola, el problema soy yo”?

Afortunadamente, todos me aseguraron que ese no era el caso.

Hablé con cinco colegas, los cuales representan más de la mitad del personal junior de mi oficina. Tres rondaban los veintitantos años y se habían graduado en los últimos dos años, dos estaban en sus treintas, uno estaba realizando un doctorado, tres eran hombres, dos estaban casados o comprometidos, y uno no era hablante nativo de inglés.

Esto fue lo que aprendí del variopinto grupo:

  1. Nadie lee los correos electrónicos. Aunque es una generalización, me sorprendió la frecuencia con la que decían no estar enterados, a pesar de mis comprobantes de lectura.
  2. Las organizaciones profesionales están mal entendidas. Algunos asumían que estos grupos eran sólo para profesionales senior, no para jóvenes ingenieros. Uno incluso los comparó con organizaciones estudiantiles exclusivas y poco acogedoras con las cuales había interactuado en el pasado.
  3. Agotamiento por experiencias previas. Un colega instaba a no involucrarse debido a experiencias negativas previas con comités técnicos en otra organización.
  4. Prioridades diferentes. Otro colega admitió que sus pasatiempos extracurriculares, como las actividades físicas, le resultaban más satisfactorias en comparación con el networking y las presentaciones. Aprecié su honestidad.

Dar el primer paso es difícil. Algunos reconocían el valor de las comunidades profesionales, pero les costaba priorizar la asistencia. Compromisos como estudiar un doctorado y preferencias por eventos diurnos en lugar de nocturnos sumaban factores de desinterés.

El networking puede ser intimidante. La ansiedad social, la timidez y la inseguridad son preocupaciones comunes. Uno de los colegas encuestado temía que los ingenieros senior le hicieran preguntas difíciles, mientras que otro dudaba de sus habilidades conversacionales debido a la barrera del idioma, una impactante revelación considerando su interacción diaria en la oficina.

Nada de esto me pareció una gran novedad, pero estas apreciaciones me dieron una nueva perspectiva sobre cómo involucrar al personal junior. Para lograrlo, debo repensar cómo comunico y cómo apoyo su participación.

El compromiso requiere empatía, abordar malentendidos y crear oportunidades acogedoras adaptadas a sus necesidades.

Hace trece años mi trayectoria profesional cambió porque alguien me extendió una invitación. Hoy, sigo comprometida con hacer lo mismo, no sólo invitando, sino inspirando a los jóvenes ingenieros a encontrar el sentido de pertenencia y las oportunidades responsables de moldear mi camino.

Fuente: Editorial de Structure Magazine, enero de 2025. Recuperado de: https://www.structuremag.org/issues/2025-digital-issues/january-2025/