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Positividad tóxica

Un artículo de Revista CPIC 461 aborda la «positividad tóxica» y cuestiona si es posible cultivar una cultura laboral positiva sin caer en la tiranía de la felicidad constante. El lema “piensa siempre en positivo” promueve una visión de la felicidad como un estado alcanzable y gestionable, sin considerar las circunstancias personales que pueden dificultarlo.

Esta ideología ha llevado a las empresas a implementar programas de bienestar, bajo la premisa de que empleados felices son más productivos.

Sin embargo, este enfoque ha sido criticado por ignorar los problemas del contexto y por culpar a las personas por no lograr la felicidad. La positividad se vuelve tóxica cuando se establece como norma y se rechaza cualquier forma de negatividad, sugiriendo que quienes no se ajustan a este estándar necesitan «ajuste».

Tras la pandemia de COVID-19, se ha comenzado a valorar más la empatía y la conexión emocional en el trabajo, enfatizando que los empleados buscan líderes éticos que reconozcan los problemas y fomenten un ambiente de trabajo inclusivo.

La «pirámide de las necesidades» de Maslow ha sido reinterpretada, sugiriendo que la felicidad del trabajador es esencial para su éxito profesional, en lugar de ser consecuencia de este.

La figura del Chief Happiness Officer (CHO) ha surgido para promover el bienestar de los empleados, pero algunos expertos advierten que la exigencia de ser siempre positivos puede resultar agotadora y contraproducente.

La positividad tóxica se define como la negación de emociones negativas, lo que puede generar aislamiento y problemas de salud mental. Para combatir esto, se aboga por la aceptación y la empatía, fomentando un entorno donde las emociones negativas sean reconocidas y validadas.

Los líderes deben promover la autenticidad y la honestidad, lo que puede aliviar el estrés y mejorar el rendimiento en el trabajo.

Es posible acceder a Revista CPIC Nº 461 en este enlace.