“Nunca paré de trabajar,” comenta la ingeniera Alejandra Fogel. Recuerda sus inicios en la Facultad de Ingeniería de Olavarría (FIO), donde cursaba mientras trabajaba como administrativa durante nueve horas al día. Hoy su labor trasciende fronteras y entre otras acciones, promueve la igualdad de género desde nuestro CPIC, donde fue vicepresidenta hasta septiembre del presente año.
Desde pequeña, Alejandra sentía pasión por las matemáticas y las ciencias exactas, lo que la llevó a elegir la carrera de Ingeniería en Construcciones. “Me atrajo más que arquitectura, que había sido mi primera opción, pero que mi familia no podía costear,” relata. Nunca imaginó que terminaría enfocándose en ingeniería estructural ni que se especializaría en steel framing, lo que la convertiría en referente nacional. “Este sistema constructivo sigue siendo innovador y eficiente desde el punto de vista energético”, explica.
Su historia es un testimonio de perseverancia y compromiso. Los primeros años universitarios no fueron fáciles, y Alejandra tuvo que gestionar su tiempo y obligaciones con eficiencia. En una época sin Internet, dependía de apuntes prestados y largas horas en la biblioteca. “Fue muy difícil, pero siempre tuve claro el objetivo, aunque me tomara más tiempo,” comenta.
En 2000, una oportunidad laboral llevó a la familia a Buenos Aires. Al principio, Alejandra trabajó en una fábrica de perfiles, lo que la introdujo en el steel framing. En 2014, calculó la estructura del Museo de Arquitectura en Buenos Aires, lo que la llevó a unirse al Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC). Su relación con la institución creció y llegó a ser vicepresidenta, cargo que ocupó hasta septiembre de este año.
Alejandra impulsó la creación de la Comisión de Mujeres en Ingeniería en el CPIC, para promover la inclusión en el ámbito profesional. “Es un grupo humano fantástico, siempre me dieron voz y me sentí respetada”, afirma, reflexionando sobre su experiencia sin sentir que la discriminación haya sido un obstáculo.
Nacida en Coronel Suárez y criada en Olavarría, Alejandra estudió en la FIO, una institución que reconoce como fundamental en su formación y con la que mantiene un fuerte sentido de pertenencia. “La FIO me formó y siempre sigo en contacto”, comenta. Su decana, María Peralta, la invita regularmente a participar en charlas y actividades, destacando su contribución al campo de la ingeniería.
Alejandra es la primera generación universitaria en su familia y defiende con convicción la educación pública. “Hay personas que no podrían estudiar sin la universidad gratuita. Yo la defiendo a muerte,” subraya.
Consciente de la necesidad de más mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, Alejandra se enfoca en reducir la brecha de género. Su participación en redes como la WCCE y la FMOI le ha permitido intercambiar experiencias a nivel global, donde los desafíos de género en carreras STEM son comunes. “Debemos mostrar a las jóvenes que es posible”, concluye, esperando que su historia y trayectoria sean una fuente de inspiración para las nuevas generaciones.